Estaríamos hablando de que a una
edad de doce años (infantiles), comiencen a reconocer que necesitan hacer para
culminar un ataque con éxito. Cierto es, que se trata de una edad en la que se
les hace difícil de comprender éstos términos. También, sabemos que la
necesidad de ir al ataque y culminar en gol es innato en todo jugador, ya que
la competición hace que el niño comprenda la necesidad del gol.
Por lo tanto, enseñamos a los
niños a atacar por un objetivo (el gol),
en vez de enseñarles a atacar por atacar. Los objetivos de los que hablamos son
los siguientes:
- Conservar el balón recuperado.
Una vez recuperado el balón
comienza el proceso de ataque. Siempre suelo preguntarles a los niños: “¿Qué
prefieren, atacar o defender?”, como siempre, prefieren atacar. Una de las
claves del ataque es que mientras nosotros tenemos la posesión del balón, el
rival estará haciendo el doble de esfuerzo por defender con el consecuente
desgaste psicológico que conlleva.
La idea es enseñarles que el
proceso de ataque se compone de una serie de gestos (pase, disparo, regate,
etc.), que realizados en el momento idóneo llevan a un fin común positivo.
- · Progresar hacia el objetivo establecido.
Aquí tenemos uno de los grandes
retos en la base. Como entrenadores debemos comenzar a enseñar a los niños a
identificar el problema que se les plantea. Cierto es que el entrenador está para
tomar las decisiones, pero es importante hacer entender a los jugadores porque
hacemos esos cambios de planteamiento.
El niño aprenderá a identificar
qué tipo de ataque debe seguir para enfrentarse a la defensa planteada por el
conjunto rival. Por ejemplo, saber el tipo de juego que planteará ante una
defensa al hombre o zonal.
Por otro lado, también les
enseñaremos a tomar decisiones dependiendo de las características de los
compañeros que se encuentren en cancha en ese momento. Hay jugadores más
técnicos, menos técnicos, mas "pesaditos", otros que distribuyen mejor el juego,
etc.
- · Lograr goles.
El fin óptimo de todo ataque, el
objetivo del juego, la emoción del deporte en general, es el gol, el tanto, la
canasta o ese punto vital. Es el fin de toda competición, pero también lo es
evitar que te los metan.
Enseñarles que desde el trabajo se cumplen los
objetivos es muy importante, pero hacerlo siguiendo los procesos correctos es
más importante aún. De nada me sirve tener un solo niño que se lleva a todo un
equipo rival y marque cinco goles si el resto de niños no está aprendiendo nada
y solo juegan para defender. Enseñarles a culminar jugadas desde la
construcción del juego, por banda, por el centro, 3c1, 3c2, 1c portero, etc.
No debemos cometer el error de
crear figurines del fútbol sala durante el proceso de formación, que a los
dieciocho años nadie querrá porque no sabrá jugar en equipo, que los hay. La
base del futuro buen jugador está en la educación que empleemos con ellos en su
etapa de formación, tanto los monitores/entrenadores como sus propios
progenitores.
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